[divider /]
Su consideración como el principal alimento energético, ha llevado en la actualidad, al abuso de los hidratos de carbono. Podemos dividirlos en dos grandes grupos: simples y complejos.
Los hidratos de carbono simples son los monosacáridos como la glucosa y la fructosa, y los disacáridos como la sacarosa, lactosa y maltosa. Básicamente los azúcares simples proceden de la fruta y el azúcar común, y estos no deben constituir más del 10% de la dieta.
Los hidratos de carbono complejos o hidratos de absorción lenta, están formados por la unión de varios monosacáridos o disacáridos, oligosacáridos o polisacáridos. Entre los hidratos de carbono complejos tenemos el almidón, el principal polisacárido de reserva de los vegetales, presente en los cereales y sus derivados, como el pan, la pasta y el arroz; tubérculos como las patatas, boniatos, etc. , y las legumbres.
Además de los hidratos de carbono digeribles, existen otros, no digeribles, que forman parte de lo que conocemos como “fibra”, que agrupa hidratos como la celulosa, hemicelulosa, pectinas, etc. y que facilitan el tránsito intestinal.
La mayoría de las dietas intentan controlar el contenido en grasas, pero también debemos controlar el contenido en carbohidratos, tomándolos de una manera equilibrada, preferentemente en forma de hidratos de carbono complejos y en su variedad integral puesto que contiene toda la fibra.
[clear type=»small» /]
[divider /]
[clear /]